El cliché que un cantante o un grupo ha hecho el mejor disco de su carrera cada vez que graba algo nuevo se ha vuelto una cantinela, pero en el caso particular de Sir Paul McCartney en "Chaos and Creation in the Backyard" es de verdad extraordinario, incluso para los estándares de lo que pueda ser ordinario en un hombre que fue parte de The Beatles y sigue siendo uno de los autores esenciales de los últimos cuarenta años de música popular.
Esos años, de partida, no se notan. La voz que al comienzo de "Fine Time" cuenta "ah one, two" no parece tener 63 años: no parece tener edad alguna. El primer McCartney que asoma aquí es el compositor capaz de sorprender con el oficio necesario para escribir melodías sugerentes y amigables a primera oída, sea al delinear con una guitarra acústica la preciosura folk de "Jenny Wren" o al sentarse con propiedad ante un majestuoso piano Bösendorfer (lo se por que lo leí no por que conozca de pianos y según el artículo es una joya pura). Aquí están esas canciones que sólo un talento gentil salido de los Beatles podría escribir, como los dos minutos doce segundos de "English Tea", pero también se oyen unas composiciones profundas como pocas veces mostró McCartney.
El eco de su antiguo grupo aparece aquí, allá y en todas partes: en el bajo inconfundible del músico, en la guitarra pulsada de "Jenny Wren" que remite a melodías acústicas como "Blackbird", en un fragmento de "This Never Happened Before" que parece volver a la vieja Abbey Road (1969). Incluso "A certain Softness", con guitarra acústica, maracas y bongó, parece traer de vuelta al adolescente que aprendió a cantar boleros escuchando "Bésame mucho", de Lucho Gatica.
En una frase, no hay una canción mala en este disco. La composición de McCartney no falla. Este disco es extraordinario por algo más: porque aparte de la composición, Paul McCartney tiene a la producción musical de su lado. En ese puesto, Nigel Godrich confirma qué crédito le cabe en el modo en que suenan los discos de Radiohead o Beck que ha asesorado. Llamativa fue su decisión de prescindir de los músicos de McCartney para que el propio cantante tocara la mayoría de los instrumentos, pero más llamativo es el resultado, en los excepcionales climas sonoros y en la ingeniería necesaria para poner en juego las cuerdas, las guitarras o un vibráfono en canciones como "How Kind of You" o "At the Mercy".
Con esa conjunción de talento, Chaos and Creation in the Backyard es un disco superior. Una de estas canciones, "This Never Happened Before", es para llorar de emoción apenas McCartney empieza a cantar. Otra, "Too Much Rain", es para llorar de emoción antes de que pronuncie palabra alguna, porque bastan el piano, esa guitarra acústica y ese bajo para asistir a una muestra de perfección pop, para tomar conciencia de que este hombre que acaba de sacar un disco nuevo fue uno de los Beatles, y para saber que es uno de los nombres esenciales de la música del siglo.
Esos años, de partida, no se notan. La voz que al comienzo de "Fine Time" cuenta "ah one, two" no parece tener 63 años: no parece tener edad alguna. El primer McCartney que asoma aquí es el compositor capaz de sorprender con el oficio necesario para escribir melodías sugerentes y amigables a primera oída, sea al delinear con una guitarra acústica la preciosura folk de "Jenny Wren" o al sentarse con propiedad ante un majestuoso piano Bösendorfer (lo se por que lo leí no por que conozca de pianos y según el artículo es una joya pura). Aquí están esas canciones que sólo un talento gentil salido de los Beatles podría escribir, como los dos minutos doce segundos de "English Tea", pero también se oyen unas composiciones profundas como pocas veces mostró McCartney.
El eco de su antiguo grupo aparece aquí, allá y en todas partes: en el bajo inconfundible del músico, en la guitarra pulsada de "Jenny Wren" que remite a melodías acústicas como "Blackbird", en un fragmento de "This Never Happened Before" que parece volver a la vieja Abbey Road (1969). Incluso "A certain Softness", con guitarra acústica, maracas y bongó, parece traer de vuelta al adolescente que aprendió a cantar boleros escuchando "Bésame mucho", de Lucho Gatica.
En una frase, no hay una canción mala en este disco. La composición de McCartney no falla. Este disco es extraordinario por algo más: porque aparte de la composición, Paul McCartney tiene a la producción musical de su lado. En ese puesto, Nigel Godrich confirma qué crédito le cabe en el modo en que suenan los discos de Radiohead o Beck que ha asesorado. Llamativa fue su decisión de prescindir de los músicos de McCartney para que el propio cantante tocara la mayoría de los instrumentos, pero más llamativo es el resultado, en los excepcionales climas sonoros y en la ingeniería necesaria para poner en juego las cuerdas, las guitarras o un vibráfono en canciones como "How Kind of You" o "At the Mercy".
Con esa conjunción de talento, Chaos and Creation in the Backyard es un disco superior. Una de estas canciones, "This Never Happened Before", es para llorar de emoción apenas McCartney empieza a cantar. Otra, "Too Much Rain", es para llorar de emoción antes de que pronuncie palabra alguna, porque bastan el piano, esa guitarra acústica y ese bajo para asistir a una muestra de perfección pop, para tomar conciencia de que este hombre que acaba de sacar un disco nuevo fue uno de los Beatles, y para saber que es uno de los nombres esenciales de la música del siglo.