Tuesday, May 19, 2009

Los Redonditos de Ricota


Advertía Umberto Eco, allá en 1962, que el arte contemporáneo se presenta como una metáfora epistemológica de nuestro tiempo, describiendo la manera de ver el contexto en que se vive, con totalidad de elementos y en su plenitud de actualidad. Pero al mismo tiempo, se manifiesta como obra abierta, y a veces, en movimiento. Casi nadie duda que algunas producciones artísticas demandan la imprescindible e ineludible participación interpretativa del gozador de las mismas, recayendo en el momento de la recepción la especial atención del creador al momento de imaginar el proceso de generación.

El rock and roll, como expresión artística y objeto de cultura, tolera diversos análisis, y además, hace posible profundizar en la intención estética de algunos creadores que concientemente han buscado provocar interesantes efectos al presenciar sus obras. Pero vayamos al universo del rock. A la esfera de los que trascendieron el nivel de la inmanencia musical, y revolucionaron el campo del pensamiento, aproximándose al ámbito de reflexiones propias de filósofos (¿?).

Desde el underground, allá en La Plata, una banda rockera liderada por el mítico e inexistente Patricio Rey. Ocho años después debutaban discográficamente, presentándose como un grupo de visión crítica y ambigua poesía, en la que profundizan todas las temáticas que preocupan al hombre, y que en clara alusión a la posmodernidad, y a lo vertiginoso y efímero del ¨stardom system¨ y el ¨rock business¨, nos dicen que hay caballos que se mueren potros sin galopar. Su indiscutido ideólogo, el Indio Solari, se revela como un lúcido pensador, que a la manera de lo anticipado por Umberto Eco, compone temas de ambigua poesía de la que reconoce que al escribirla imagina que sus gozadores será libres como para digerir un lenguaje que tiene la suficiente cuota de múltiples significados como para involucrarlos, porque el poeta debe ser metafórico, enigmático y misterioso (?¿).

En 1986 editan Oktubre, remitiéndonos a la Rusia zarista de 1917 y a su revolución de Oktubre, aunque el mismo Solari se encargue de negar esta relación, tal vez con la intención de dificultar una interpretación unívoca. Como sucede ante la oportunidad de presenciar una obra de arte, o de rock, abierta en su esencia, en un concierto. Por ahora, la única manera de ver a Los Redonditos de Ricota es asistir a una de sus presentaciones, especie de ritual, mitad religioso, mitad pagano, en el que Solari es un chamán, un parco brujo tribal que cura con su esperada palabra y su fascinante danza a las atentas bandas, dispuestas a recibir el mensaje de un creador cuya clave de interpretación puede jugarse en una sola frase, donde un joven lobo se puede quemar de amor.

En el universo del rock parece como poco menos que impensable que duros e inconmovibles músicos, disconformes y rebeldes por definición, dediquen memorables páginas al tema del amor, esa locura, esa poderosa deidad que mueve a querer conquistar aún lo imposible, aunque se sufra y gradualmente nos vayamos destruyendo. Pero de eso se trata no? "¿Vas a volver a herirme? En tu ternura está acechándome una buena traición de mujer. Sobrio no te puedo ni hablar, y estoy perdido sin mi estupidez. Y porque dos que se quieren se dicen cualquier cosa", y no olvida que su amor todavía le dá descargas. O también puede confesar que: "Ella sí que era el fuego,/ ella sí que bailaba en las llamas./ Por primera vez tengo miedo de no hacer bien mi papel./ Yo ya no puedo partir./ Me ata un fuego y mi sueño duerme aquí". Y este semidios posmoderno de la comunicación vibra pensando en Ángeles, o en La hija del fletero. Todas y una. Siempre la misma. Porque "ella fue la más linda del amor/ que un tonto ha visto soñar".

No olvidemos que en la antigüedad, la reflexión filosófica no exigía un lenguaje difícil con pretensión de interpretación única, porque cuando se busca analizar el sentimiento, los conceptos lo desbordan y requieren una comprensión casi mística, debiendo utilizar la metáfora, posibilitando imaginar lo irrepresentable, como los Redondos, que en su hasta hoy último álbum conceptual, ¨Lobo suelto, cordero atado¨, a la manera de Demian de Herman Hess y su divinidad maniquea Abraxas, nos plantea que en todos nosotros conviven al mismo tiempo el bien con el mal, el pecado con la virtud, y a un ladrón lo puedo matar con mi amor. Y en el marco del juego del poder, algunos se la creen. Tuvieron un golpe de audacia, y se la dieron de timberos fogosos y feroces, de esos que nunca muestran todo el mazo. Y hoy comen la gran manzana. Y no te dejan ni pepita.

Ya es indudable, por todo lo expuesto, que el Indio Solari, con los Redonditos de Ricota, ha tomado especialmente en cuenta la anticipación pragmática que realizara Eco en ¨Obra Abierta¨, en 1962 (adjunto el link, no la biblioteca), imaginando un lector modelo ejerciendo actos de libertad conciente para una obra que se presenta como abierta, a veces en movimiento, e invariablemente como metáfora epistemológica de nuestro tiempo.

Los que tienen prejuicios acerca de los creadores del rock podrían pensar que al Indio le resultan las letras de sus temas con una ambigüedad rebuscada como consecuencia de la casualidad, pero ya lo explicó: "En los regímenes totalitarios la retórica, que es uno de los aspectos fundamentales del lenguaje, suele ser dejada de lado para privilegiar un lenguaje llano y directo que no dice nada de los matices que tiene la vida... Si tuviera que escribir poesía con resoluciones me dedicaría a otra cosa. "

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