Libro: De Caifanes a Jaguares ¿cómo explotó la célula?
Por: Fernando Rivera Calderón y Benjamín Salcedo V.
Este reportaje trata de recrear hasta ahora la hermética historia de la disolución de Caifanes a partir de varias versiones provenientes de individuos cercanos a la banda (staff, fotógrafos, secretarias y amigos) e incluso de los mismos integrantes. La verdad tal vez nuca la sepamos (¿se sabe acaso por qué se desintegraron los Beatles o quién mató a Colosio?), Pero no nos preocupa; la verdad a la que nos han acostumbrado no es otra coso que la suma de las peores mentiras. He aquí pues la primera recopilación de lo que durante tanto tiempo ha permanecido en las oscuras cloacas de la especulación.
La sombra del otro.
Los problemas de Caifanes comenzaron tres años antes de que la banda existiera. Su antecedente inmediato, las insólitas imágenes de Aurora - terceto fundado por Alejandro Marcovich, guitarra, Saúl Hernández, voz y bajo, y Alfonso André, batería – baso buena parte de su fuerza en la lucha interna entre Alejandro y Saúl. Cuando este último decidió salirse de las insólitas para inventar Caifanes una herida quedó abierta. Dos años y medio después, la sangre comenzaría de nuevo a corre.
La antorcha encendida.
La grabación de El Silencio –tercer disco de Caifanes- había sido, efectivamente, una tormenta de Silencios. Adrian Belew, productor del álbum, pareció por muchos momentos no simpatizar con Alejandro. "Simplemente se considera mejor que todos nosotros", confesaría después Belew. A Alejandro le sorprendió esta declaración: "Nunca he negado que alguna vez dudé del papel de Adrian como productor de nuestro disco, ya que el ser anglosajón desconocía la identidad y las raíces de la cultura mexicana, pero ese era un problema artístico; en realidad Belew me fascinó. Trate de seducirlo de mil maneras pues soy su fanático desde que conocí su trabajo". Por su parte, Diego Herrera, tecladista, sostuvo una batalla sorda con el guitarrista –quien demandaba más espacio para su guitarra -. Aquella disputa concluyó con una frase lapidaria: "Se queda como está o te rompo la madre".
Nada personal.
Los ensayos de la banda llegaban a ser insoportables: Sabo Romo –Bajista en los primeros tres discos del grupo- atormentaba a Alfonso para que se cuadrara a los ritmos mientras Alejandro hacia lo suyo con Saúl criticando sus letras, su voz y sus guitarras. La dinámica estaba enferma. Sabo llegó a comentar que durante las giras prefería quedarse en la misma habitación de Diego, porque "era el único que se orinaba en el excusado y guardaba sus calzones".
Corazón salvaje.
La noche del 30 de abril de 1993, la médula comenzó a romperse. El término Caifanes cambiaba de contenido: Sabo, aquel que consiguiera la primera tocada de la banda en Rockotitlán , dejaba el grupo harto de tantos conflictos. Veinticuatro días después aparecía con ellos por última vez en Acapulco, con Stuart Hamm en el bajo. La tribu estaba rota por dentro, pero Saúl le quedaba una certeza: Caifanes no se convertiría en las Insólitas Imágenes de Aurora. De una manera u otra, la banda no volvió a ser la misma.
El Maleficio.
Alejandro –que desde 1987 había trabajado al lado de Laureano Brizuela- entro a la banda con un salario. Tiempo después fue investido como caifán, con iguales derechos y obligaciones que los cuatro. Cuando el quinteto se hizo terceto, Alejandro quiso formar una sociedad, pero Saúl jamás aceptó. Sencillamente no quería firmar un papel. "Esto es un negocio, hay que cuidarlo", insistió muchas veces Alejandro, pero el papel nunca fue firmado.
El premio mayor.
Alejandro siempre fue muy puntilloso con el dinero. Insistía en revisar personalmente todos los ingresos y hasta el más pequeño de los gastos. Saúl decía: "Ya sé que aquí hay un negocio, no soy estúpido, pero antes hay otras cosas mucho más importantes".
La dueña.
El Nervio del Volcán fue, desde el principio, una lluvia de lava. Alejandro no hablaba con Saúl y tenía el control de gran parte del disco. Cuando la tensión llegó a su punto más alto, Saúl terminó por enviar a Alejandro hasta el piso de un solo golpe. El argentino no respondió con los puños; el tiempo demostraría que tenía otras armas bajo la manga.
Cañaveral de Pasiones.
La gira WOMAD de 1994, organizada como siempre por Peter Gabriel, tomó a Caifanes en uno de sus momentos de más amplia popularidad. Como músico invitado viajaba José Manuel certero manotazo en la diestra y procedió a desconectarle su guitarra. Aguilera, que hasta entonces requinteaba en apoyo de Alejandro, captó el mensaje. Fue el último concierto de Caifanes con el exguitarrista de Sangre Asteka. José Manuel nunca quiso hablar del asunto y Alejandro lo niega tajantemente: "Tengo argumentos y pruebas para rebatir todo lo que me digan, pero realmente no me interesa. La prensa ha sido muy parcial, se creen investigadores privados y las verdaderas cosas nunca van a llegar a saberse. A raíz del rompimiento de Caifanes ha existido periodísticamente una clara intención de hacerme parecer culpable de todo".
Cicatrices del alma.
1994. Caifanes en Irapuato. Del público sale disparada una piedra que aterriza en la cabeza de Alejandro ("Por un momento me dieron ganas de no volver a pisar un escenario en toda mi vida", comentaba Marcovich después del incidente). Para entonces, el cantante y el guitarrista ya no se hablaban. Sin embargo, al terminar el concierto, Saúl va en busca de Alejandro para ver como está; Alejandro lo recibe con un sarcasmo: "Es tu culpa... ¿Estás feliz?" Saúl intenta calmarlo, pero termina cayendo en el juego: cuando el añejo rencor de Alejandro acaba con su paciencia, el cantante se aguanta las ganas de destruir a su guitarrista y en su lugar destruye con el puño el botiquín. Con la mano cortada y varios vidrios incrustados, Saúl sale camino al hospital. La herida se arregló con algunos puntos, el tendón quedó lesionado... y la otra llaga se hizo más y más honda.
Corazón de piedra.
Palabras de Alejandro Marcovich: "No traten de distorsionar lo que pasó. Así como puede haber mil argumentos que certifiquen lo mal que nos llevábamos, yo tengo miles de pruebas que también nos llegamos a llevar muy bien. Si a veces no hablo, más que por hermetismo es porque tengo muy bien plantados mis principios. Mucho de lo que callo es por decencia, ya que virtudes y defectos los tenemos todos. La gente no sabe cómo nos llevábamos íntimamente. Lo que puedan opinar de un momento determinado es algo puramente circunstancial. Además, cada protagonista cuenta la historia a su manera. La distorsión de las cosas en el proceso de villanización que se ha generado en mi contra ha llegado a conclusiones como que lo conflictivo de mi personalidad provocó la salida de Diego y Sabo cuando yo no tuve absolutamente nada que ver en ello. Es muy fácil culpar a alguien en un rompimiento, pero en un grupo como en una pareja cuando existe un rompimiento la falla es de todas las partes involucradas y no de una sola.
Amor en silencio.
Declaraciones de Saúl a poco tiempo del desastre: "Personalmente extraño a Sabo y a Diego. Tal vez un día nos juntemos y hagamos algo. Con ellos fue más una separación que un rompimiento... Alfonso siempre será un caifán". A la pregunta "¿ Qué harías si tronara Caifanes?", Saúl respondió: "Formaría otra banda y seguirá tocando; no es tan complicado". (Cine Premier, octubre de 1995)
Cuna de lobos.
Se dice que la banda tocó por última vez, en San Luis Potosí, Alejandro amenazaba desde su lugar en el escenario: si la gente de seguridad no permitía que su hermano siguiera filmando, él se bajaría. Una vez terminado el concierto, Carlos Marcovich trepó hasta el micrófono para anunciar el fin de Caifanes y tachó a los de seguridad, ya sin micrófono, de "pinches mexicanitos asalariados". Alejandro da su versión: "Para empezar Carlos no llevaba cámaras. El fotógrafo oficial era Fernando Aceves y había cámaras de televisión tanto de Telehit como de MTV. Carlos mi hermano subió al escenario y trató de acercarnos a Saúl y a mí, en un intento desesperado por limar nuestras asperezas; creo que tal vez sentía responsabilidad ya que él fue el que nos presentó en 1984. Entonces Carlos fue amenazado por nuestra misma seguridad, pero yo soy un profesional y no hubiera amenazado con bajarme del escenario por ese motivo".
Con toda el alma.
"Me podrán quitar muchas cosas, pero nunca mis canciones", declaró hace varios años, un tanto proféticamente, Saúl. Hoy, casi todas las canciones de Caifanes han sido heredadas a Jaguares. Especialmente una: "Quisiera ser alcohol". Reconocida por su autor como un hondo reflejo de sí mismo, la canción fue grabada en el momento más tenso de la banda, cuando Alejandro hacía del Nervio del Volcán una obra personal y Saúl se empeñaba en preservar ciertas ideas intactas. Por eso "Quisiera ser Alcohol" no tiene guitarras: Algunos dicen que Saúl no quiso allí al guitarrista. Sin embargo, Alejandro dijo que ésa era una canción que se había compuesto para el disco de El Silencio y tenía una guitarra que Saúl le había gustado mucho. No obstante, con el tiempo la canción había mutado y cuando por fin se iba a grabar El Nervio esa guitarra ya no quedaba.
Dulce desafío.
Palabras de un jaguar para un caifán: "sabes que la propiedad nunca firmó un título de amor, que la pureza es natural y la sangre un ritual... y tú no quisiste ver". A diferencia de Alejandro que convocó a la prensa para decirlos que no sabía lo que todos sabían que si sabía, Saúl nunca citó a una conferencia de prensa. Sus palabras sólo saldrán de las fauces del jaguar.